Y tú, ¿quién eres?

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Si empiezo con esta pregunta, la contestación parece obvia:
– Soy José Miguel Martínez Candela.
– No. “José Miguel Martínez Candela” es un nombre, una etiqueta que te han puesto al nacer, sin consultarte. Ni el nombre y menos aún los apellidos.
– ¿Cómo que no? ¡Soy José Miguel Martínez Candela!
– Cuando mueras, cuando te descompongas… ¿ese nombre existirá?
– Sí, claro. Me recordarán con ese nombre.
– Ni eso. ¿Cuánta gente se llama así?
– No sé. Algunos.
– ¿Se llaman exactamente igual?
– Si se llaman igual, se llaman igual.
– ¿Y esos otros eres tú?
– Por supuesto que no.
– O sea, tú no eres “José Miguel Martínez Candela”.
– Bueno, puestos así…
– Repito la pregunta. ¿Y tú, quién eres?
– Soy un español, de Cáceres, de toda la vida. Del Real Madrid y profesor de universidad, padre de dos hijas, casado, autor de varios libros de texto…
– Ahora eres adjetivos.
– Si empezamos igual, pues tampoco. Ya, no me repitas la pregunta…. Soy este cuerpo.
– ¿Qué cuerpo?
– ¡El que estás viendo!
– Perdona, pero no veo ningún cuerpo. Mis ojos a lo más, captan diferentes calidades de luz según se van moviendo. Con eso, codifico colores preestablecidos en mi mente y genero formas a partir de ese esquema de color. Esa imagen la comparo con imágenes que tengo en el recuerdo y aparece algo parecido que tengo etiquetado como “cuerpo”. Así que eso es todo. Todo eso está en mi mente. No me dirás ahora que eres un habitante de mi mente…
– Soy la voz que oyes…
– Lo mismo. No puedo oir voces. Los sonidos son codificaciones mías propias, no tuyas. Tampoco vale. Y no sigas por los sentidos. ¿Te repito la pregunta?
– Ya la sé. Pues no sé qué decirte… ¿Esto que provoca cambios que puedes percibir? ¿La vida, la animación?
– Buena aproximación. Pero, ¿qué es la vida?
– Pues un extraño estado transitorio que solo presagia la muerte.
– Bien… y ¿qué es lo que está?
– ¡Pues yo!
– No empieces.
– Pues no se qué es lo que vive.
– Lo que vive no es más que una consecuencia de una existencia.
– O sea, ¿soy una existencia?
– Por supuesto. Nada más y nada menos. Una existencia sujeta al cambio, al devenir, a la condicionalidad, a sí misma. Carente de sentido, sin ser, sin sustancia. Solo un manípulo de condiciones, un subconjunto del kamma.
– ¿Y, los demás?
– Igual.
– Y ¿tú?
– No, ya no. Ni eso.
 

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