Copyright © 2022 Tomás Morales y Duran. Todos los Derechos Reservados
El kamma es tan sumamente poderoso, que ya en el mismo momento del nacimiento se puede adivinar cual será la trayectoria vital del neonato. Como la bala que se inserta en el tambor de un revólver y se dispara.
La bala volará hacia su objetivo y solo alguna fuerza significativa podrá desviarla de su propósito.
Se nace con un sexo, una nacionalidad, una cultura, un estrato social, una religión, una lengua, una concepción del mundo, una educación y un objetivo en la vida. Vivir en sociedad requiere que muchos de sus miembros ejerzan de hormigas obreras o de hormigas soldado. Nadie les va a preguntar. Se les insertará en un tambor y se las disparará buscando el «bien» de la sociedad.
Y la bala, para animarse en su vuelo, se reforzará pensando que «hace lo correcto».
¿Y qué es hacer lo correcto?
No hacer nada por ignorancia.
¿Y existe una ignorancia mayor que malgastar una vida completa en un solo disparo, de una bala a la que nadie pidió autorización, acabará indefectiblemente destruida o perdida?
Nadie llorará por ti.
Si tienes un propósito en la vida, o te desnudas de él, o no te molestes en tratar de salir del Samsara. Da igual que sea un hijo que tu dejadez ha echado a perder, o un padre con todas las enfermedades que ha ido pudiendo acumular, o una familia contra la que has sido lanzado… Todas son situaciones aferrantes, sofocantes, asfixiantes.
Si hay algo para lo que es útil la vida de renuncia, es para abandonar toda situación. Todo propósito. El pensamiento correcto es poner los medios para salir.
Y salir es extinguirse. Y quien se extingue no existe. Y quien no existe no tiene hijos, ni padres, ni familia.