Moscas del Dhamma

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Al olor dulzón de la muerte, de la putrefacción, las moscas no se pueden resistir. Es su forma de vida, su función en el ecosistema. Allá donde algo comience a oler a corrupción allí se presentarán a poner sus larvas para acelerar aún más el proceso de descomposición.

De hecho, hasta que no acaba de hacer su trabajo esa materia no puede ser reutilizada para formar un cuerpo nuevo, sano y limpio.

Las moscas odian los cuerpos sanos, no pueden encontrar alimento en ellos. Allí sus larvas no pueden sobrevivir, porque el cuerpo se defiende y lo hace muy bien.

A las moscas solo les resta esperar y, siempre, todo acaba en el desorden, que es un negocio. Las moscas son agentes de la entropía.

En un cuerpo en descomposición cada mosca tiene su propia perspectiva. En algunos lados huele de una forma, en otros de otra. A veces, es una sustancia amarillenta y viscosa la que gotea del ojo muerto, en otros es el puro hueso seco el que asoma. Hay tantas visiones del cadáver como moscas están en él. Todas son ciertas porque, en medio del festín, el cuerpo se va haciendo cada vez menos reconocible.

Y curiosamente, las moscas no cooperan entre sí, pero en plena faena no se quitan la comida unas a otras. Las moscas se respetan.

Sin embargo, en un cuerpo sano las moscas no tienen ninguna perspectiva. Ni siquiera su olor les resulta atractivo. Ese olor a salud que ningún beneficio les promete. En un cuerpo sano, no hay más verdad que el cuerpo sano.

De la misma manera, podemos hablar del dhamma negro, del dhamma descompuesto, de los charlatanes que parasitan el dhamma negro, como moscas compartiendo el mismo cadáver. Todos vendiendo su “verdad”, todos comiendo de ella. Tantas ‘verdades’ como moscas. Y, ante todo, respeto: hay para todas.

El dhamma negro es dulzón, tan empalagoso como el buenismo que tan bien vende, mezcla de compasión, respeto, buenas formas, virtud. Lo que el hinduísmo ya denunció como la vía sátvica, que no conduce a la liberación. Miles de caminos buenistas que caminan hacia el infierno. Tantos caminos buenistas como moscas chupando. Uno por cada una. Todo es relativo en un dhamma descompuesto.

Y hasta que el Dhamma de un Buddha no está completamente descompuesto, no puede aparecer el siguiente a poner en marcha la Rueda de nuevo.

También podíamos hablar del Dhamma incondicionado, ese Dhamma que los Buddhas ponen en marcha cada varias generaciones. Un Dhamma que les trasciende, y que no es suyo ni de ellos. Aún más trascendente para ellos que las leyes de la física para los mortales, porque ellas tienen su base y sustento en ese mismo Dhamma.

Los Buddhas nunca se contradicen entre sí y defienden una única verdad. El Dhamma es así, y no de otra forma. Tal es la forma, tal es el origen. Porque cualquier otra forma u otro origen son erróneos. Aquí, como en el cuerpo sano, como en la física no se admiten opiniones. Y lo que se sustenta sin pruebas, se descarta sin pruebas.

Nunca el Buddha respetó una opinión contraria a la suya, nunca consensuó con nadie una doctrina, antes, al contrario, siempre tenía preparado un insulto agudo para los que le contradecían.

El Buddha nunca fue buenista. Ni daba de comer al hambriento, ni de beber al sediento, ni daba limosna a los pobres, ni curaba a los enfermos, ni resucitaba a los muertos, ni iba a ver a los presos a la cárcel. El Buddha no rezaba, ni oraba, ni se quedaba alelado mirando al cielo con las manos juntas y sonido de querubines.

El Buddha no era “buena onda”. Quizás por eso las moscas solo hablan de él de manera relativa y se mantienen a una distancia razonable que les evite el disgusto de un manotazo que les sería mortal.

Y mientras os maestros esperan su turno murmurando sobre el ego de los Buddhas, que no les permiten comer y les condenan a esperar a que todo se pudra. Porque todo en el Samsara está condenado a la putrefacción.

 

Colección de los Discursos Largos
Mahāparinibbāna sutta
16. El discurso sobre la gran emancipación

Luego, el Compasivo se dirigió a los monjes, diciendo: «¡Vengan, monjes, porque les digo que todas las cosas condicionadas están sujetas a la corrupción, sigan esforzándose con mucho cuidado!». Estas fueron las últimas palabras del Buddha.

 

Saṃyutta Nikāya 22
Discursos conectados en los agregados
78. El León

En Savatthi. «Bhikkhus, en la noche, el león, el rey de las bestias, sale de su guarida. Al salir, se estira, examina los cuatro cuartos por todas partes, y ruge su rugido de león tres veces. Luego se lanza en busca del juego.

«Cuando el león, el rey de las bestias, ruge, los animales que escuchan el sonido están en su mayor parte llenos de miedo, una sensación de urgencia y terror. Los que viven en agujeros entran en sus agujeros; los que viven en el agua entran al agua; los que viven en el bosque entran al bosque; y los pájaros vuelan en el aire. Incluso aquellos elefantes reales, atados por fuertes correas en las aldeas, pueblos y ciudades capitales, rompen y rompen sus ataduras en pedazos; asustados, orinan y defecan y huyen aquí y allá. Tan poderoso, bhikkhus, es el león, el rey de las bestias, entre los animales, tan majestuoso y poderoso.

«Así también, bhikkhus, cuando el Tathagata surge en el mundo, un arahant, perfectamente iluminado, realizado en verdadero conocimiento y conducta, afortunado, conocedor del mundo, líder insuperable de personas para ser domesticado, maestro de devas y humanos, el Iluminado, el Bienaventurado, él enseña el Dhamma de la siguiente manera: ‘Tal es la forma, tal como su origen, su muerte; tal es el sentimiento … tal es la percepción … tales son las formaciones volitivas … tal es la conciencia, tal como su origen, tal como su muerte «.

«Entonces, bhikkhus, cuando esos devas que son longevos, hermosos, que abundan en felicidad, que habitan durante mucho tiempo en palacios elevados, escuchan las enseñanzas del Dhamma del Tathagata, en su mayoría están llenos de temor, un sentido de urgencia y terror, diciendo : «Parece, señor, que somos impermanentes, aunque nos consideramos permanentes; parece, señor, que somos inestables, aunque nos creíamos estables; parece, señor, que no somos externos, aunque pensamos que éramos eternos. Parece, señor, que somos impermanentes, inestables, no externos, incluidos dentro de la identidad «. Tan poderoso, bhikkhus, es el Tathagata sobre este mundo junto con sus devas, tan majestuoso y poderoso «.

Esto es lo que dijo el Bendito. Habiendo dicho esto, el Afortunado, el Maestro, dijo lo siguiente:
«Cuando el Buddha, a través del conocimiento directo,
pone en movimiento la Rueda del Dhamma,
el incomparable Maestro en este mundo
con sus devas lo hace saber :
«El cese de la identidad
Y el origen de la identidad,
También el Noble Óctuple Sendero
que conduce al apaciguamiento del sufrimiento.
«Entonces aquellos devas con larga vida,
Bellos, ardiendo de gloria,
Se llenan de temor, llenos de terror,
Como bestias que oyen el rugido del león.
«‘No hemos trascendido la identidad;
Parece, señor, que somos impermanentes, »
Entonces dicen haber escuchado la declaración
del Arahant, el liberado inmutable».

Colección de discursos agrupados numéricamente
5.79. Tercer discurso sobre los futuros peligros

 

“Monjes, he aquí estos cinco futuros peligros que todavía no surgieron y que van a surgir en el futuro. Vosotros debéis reconocerlos y hacer esfuerzo para abandonarlos. Y, ¿cuáles son esas cinco?

“He aquí, monjes, en el futuro habrá monjes que no serán desarrollados corporalmente en la conducta virtuosa, en la mente ni en la sabiduría. Ellos darán plena ordenación a otros, pero no serán capaces de disciplinarlos en la conducta virtuosa superior, en la mente superior ni en la sabiduría superior. Éstos, tampoco, serán desarrollados corporalmente en la conducta virtuosa, en la mente ni en la sabiduría. Y éstos, a su vez, también darán plena ordenación a otros, pero tampoco serán capaces de disciplinarlos en la conducta virtuosa superior, en la mente superior ni en la sabiduría superior. Por lo cual, estos [pupilos] tampoco serán desarrollados corporalmente en la conducta virtuosa, en la mente ni en la sabiduría. Así, monjes, a través de la corrupción del Dhamma llega la corrupción de la Disciplina y, de la corrupción de la Disciplina, llega la corrupción del Dhamma. Este es el primer futuro peligro que todavía no surgió y que va a surgir en el futuro. Vosotros debéis reconocerlo y hacer esfuerzo para abandonarlo.

“Además, monjes, en el futuro habrá monjes que no serán desarrollados corporalmente en la conducta virtuosa, en la mente ni en la sabiduría. Ellos tomarán a otros como dependientes de ellos, pero no serán capaces de disciplinarlos en la conducta virtuosa superior, en la mente superior ni en la sabiduría superior. Éstos, tampoco, serán desarrollados corporalmente, en la conducta virtuosa, en la mente ni en la sabiduría. Y éstos, a su vez, también tomarán a otros como dependientes de ellos y tampoco serán capaces de disciplinarlos en la conducta virtuosa superior, en la mente superior ni en la sabiduría superior. Por lo cual estos [pupilos] tampoco serán desarrollados corporalmente en la conducta virtuosa, en la mente ni en la sabiduría. Así, monjes, a través de la corrupción del Dhamma llega la corrupción de la Disciplina y, de la corrupción de la Disciplina, llega la corrupción del Dhamma. Este es el segundo futuro peligro que todavía no surgió y que va a surgir en el futuro. Vosotros debéis reconocerlo y hacer esfuerzo para abandonarlo.

“Además, monjes, en el futuro habrá monjes que no serán desarrollados corporalmente en la conducta virtuosa, en la mente ni en la sabiduría. Mientras se ocupen en charlas pertenecientes al Dhamma, en preguntas y respuestas, se van a deslizar hacia el dhamma negro, pero no lo van a reconocer. Así, monjes, a través de la corrupción del Dhamma llega la corrupción de la Disciplina y, de la corrupción de la Disciplina, llega la corrupción del Dhamma. Este es el tercer futuro peligro que todavía no surgió y que va a surgir en el futuro. Vosotros debéis reconocerlo y hacer esfuerzo para abandonarlo.

“Además, monjes, en el futuro habrá monjes que no serán desarrollados corporalmente en la conducta virtuosa, en la mente ni en la sabiduría. Mientras se reciten aquellos discursos pronunciados por el Tathagata que son profundos, profundos en el significado, que trascienden el mundo, conectados con la vacuidad, ellos no querrán escucharlos, no prestarán el oído a ellos ni aplicarán sus mentes para entenderlos; no pensarán que aquellas enseñanzas deberían ser estudiadas y aprendidas. Pero mientras se reciten aquellos discursos que son mera poesía compuesta por los poetas, hermosos en palabras y frases, creados por los desconocidos y pronunciados por sus discípulos, entonces querrán escucharlos, prestarán el oído a ellos y aplicarán sus mentes para entenderlos; pensarán que aquellas enseñanzas deberían ser estudiadas y aprendidas. Así, monjes, a través de la corrupción del Dhamma llega la corrupción de la Disciplina y, de la corrupción de la Disciplina, llega la corrupción del Dhamma. Este es el cuarto futuro peligro que todavía no surgió y que va a surgir en el futuro. Vosotros debéis reconocerlo y hacer esfuerzo para abandonarlo.

“Además, monjes, en el futuro habrá monjes que no serán desarrollados corporalmente en la conducta virtuosa, en la mente ni en la sabiduría. Los monjes ancianos—siendo no desarrollados corporalmente en la conducta virtuosa, la mente ni la sabiduría― serán lujuriosos y laxos, líderes en la reincidencia, los que descartan la tarea de la reclusión; no harán surgir la energía para alcanzar lo que aún no ha sido alcanzado, lograr lo que aún no ha sido logrado o por realizar lo que aún no ha sido realizado. Y la siguiente generación seguirá su ejemplo. Ellos también serán lujuriosos y laxos, líderes en la reincidencia, los que descartan la tarea de la reclusión; no harán surgir la energía para alcanzar lo que aún no ha sido alcanzado, lograr lo que aún no ha sido logrado o por realizar lo que aún no ha sido realizado. Así, monjes, a través de la corrupción del Dhamma llega la corrupción de la Disciplina y, de la corrupción de la Disciplina, llega la corrupción del Dhamma. Este es el quinto futuro peligro que todavía no surgió y que va a surgir en el futuro. Vosotros debéis reconocerlo y hacer esfuerzo para abandonarlo.

“Estos son, monjes, los cinco futuros peligros que todavía no surgieron y que van a surgir en el futuro. Vosotros debéis reconocerlos y hacer esfuerzo para abandonarlos”.

 

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