La mística ha estado presente a lo largo de la historia de la Humanidad en diferentes momentos y formas, asociada en la mayor parte de los casos a la religión. Aunque mística y religión no tienen relación entre sí, los místicos suelen ser personas practicantes de alguna religión debido a que es esta vía la elegida habitualmente para los buscadores que van más allá del conocimiento conceptual.
La mística combina dos facetas muy interesantes. Una de ellas es que despierta las sensaciones sin hacer uso de los sentidos. La otra, y verdaderamente trascendente, permite ver por uno mismo, más allá de lo que la esfera del lenguaje puede llegar a entender.
Quien no conoce la mística le resulta incomprensible que se puedan adquirir conocimientos sin estudiarlos de algo, de alguien, de algún medio, de algún sitio. Por la otra parte, para un místico aquel que desconoce la mística es un pobre ciego que, para describir lo que tiene delante de las narices, recita lo que alguien le enseñó, pontificando acerca de las virtudes del color que tiene.
Todo conocimiento es verbalizable, siempre y cuando la comunicación se dé entre dos personas que compartan la misma experiencia previa, porque las palabras son únicamente punteros a experiencias. Así, dos místicos pueden mantener una conversación que resulte incomprensible para un extraño, igual que dos físicos de partículas.
Si una persona oye o lee, que es aún peor, un término como “encanto” le sugerirá algo atractivo. Si alguien dice que el encanto tiene carga de color, le resultará incluso poético.
Ridículo.
El encanto en física de partículas en bastante poco poético. Encanto es partícula elemental que pertenece a la segunda generación de quarks. Tiene una carga eléctrica igual a +⅔ de la carga elemental, un spin de ½, con lo cual es un fermión y cumple el principio de exclusión de Pauli, y una masa de 1,5 GeV .1 Como los demás quarks, el quark encanto tiene carga de color, y el antiquark encanto tiene carga de anticolor; sienten la interacción fuerte.
Igual sucede cuando una persona vulgar, no mística, se enfrenta a los suttas.
Los suttas, en su inmensa mayoría, son textos místicos que solo desde la mística se pueden entender, y están dirigidos a místicos, no a personas corrientes.
El lenguaje como morfología y sintaxis es común e incluso vulgar. Cierto que existen palabras “técnicas” que vienen con definiciones que se pueden consultar en un buen diccionario o enciclopedia de términos pāli. Usando esas definiciones, la persona vulgar creerá entender lo que lee, pero una vez acabado el texto, se quedará con la extraña sensación de que no dice nada. Lo leerá una y otra vez, e incluso se podrá aprender el sutta de memoria, pero la semántica se le seguirá escapando y seguirá hurtándole el significado.
Y todo es porque no sabe qué está leyendo.
Es por eso que han proliferado históricamente todo tipo de chiringuitos budistoides que ofrecen productos mas “complejos” pero “estudiables” que, sin relación alguna con el contenido de los suttas, son aptos para emprender un negocio religioso de venta de verdades fundamentales embotelladas en textos escolásticos, para clientes perdidos que no saben muy bien que quieren en un mercado activo.
Sin jhānas, no hay suttas.
Sin suttas, no hay Dhamma.
Sin Dhamma, no hay salvación.
Me he pasado tanto tiempo intentando comunicarme con otros que he olvidado un principio básico: Primero ocurre la magia, luego hacemos la ciencia.
Magia es experiencia previa al lenguaje. Ciencia es lenguaje previo a la experiencia. Es lógico que la primera se asocie con la infancia y la segunda con la maduración. A la hora de la transmisión, la ciencia es perfecta pues sólo necesitas educar en el lenguaje. Sin embargo dependemos tanto de ello que la mayoría de las experiencias fruto de la ciencia son artificiales y limitadas hasta el punto de que incluso la magia se desvirtúa, convirtiéndose en simple paraciencia y por tanto despreciable («pensamiento mágico»). La magia como experiencia libre desaparece del sistema social.
Un efecto secundario es que, a la hora de vivir experiencias libres, los adultos necesitamos que tengan una transcripción linguística directa. De lo contrario «no computan», son simples gilipolleces que no llegan a experimentarse con plenitud.
Pero hay otro que afecta a los «discípulos de la magia» y es que consideran la magia como una ciencia. Creen que la han entendido y, si bien han abierto una dinámica que trasciende la simple ciencia, esa misma dinámica está encerrada en ella. Efectivamente tienen magia en comparación con la ciencia pero al hacerla ciencia y encerrarse en ella sólo han construido una prisión más elevada. El iluminado cegado por su propia luz.
Toda libertad formulada es a su vez una prisión.
Esta es una crítica al budismo como disciplina, incluso al más «auténtico» de los budismos.
(En realidad es necesario que haya lenguaje para que ocurra experiencia pues ésta ocurre a través del lenguaje, pero ese lenguaje de soporte a la experiencia no tiene la misma disposición holística que el lenguaje «científico» que describe posteriormente la experiencia. Trabajar ese lenguaje de soporte, el que nos permite ser y existir, es infinitamente más complejo y mágico. Apuesto a que los sutas están orientados a ello, siendo «falsos» en lenguaje objeto para poder funcionar en lenguaje sujeto. Pero esto son tecnicidades. Antes que los sutas, y siempre, tenemos los ciclos del sueño como transición entre lenguajes.)
En la próxima entrada voy a entrar en la cuestión en profundidad