La Estructura de la Realidad (VI)

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Me siento como un pez que acaba de descubrir el agua. Como es, como se mueve, como me mueve.

No hay nada más difícil de ver que el aire que tienes frente a tus ojos. Todo esto empezó cuando vi lo que tenía enfrente: el aire.

La Sabiduría es así de canalla. Millones de buscadores buscando y lo que buscan era el aire que nunca dejó de estar frente a ellos. Han pasado veinticinco siglos desde que el Buddha, cansado de vivir, lo dejó y, desde entonces nadie ha visto el aire. Y si no ves el aire, no lo puedes entender y si no lo entiendes, no lo puedes moldear y sin moldearlo no puedes acceder a las jhānas y sin las jhānas no hay posibilidad de ninguna clase de progreso.

El conocimiento frente a la Sabiduría tiene sus ventajas. Es progresivo, cada vez puedes conocer más cosas. Es competitivo, puedes conocer más que otro. Además recompensa. Por el contrario, la Sabiduría es verle el truco al prestidigitador. Aquí no hay progresión: lo ves y ya. Se acabó la magia. Y no puede nadie a convencerte de que la magia existe.

La Sabiduría defrauda. Al ver como es todo, como es la realidad, la ves tan simple, tan obvia, tan lógica, tan cutre… No hay progresividad en ver lo cutre. Tantos años detrás de saber qué había detrás del velo que cuando lo arrancas solo ves el truco, solo ves el aire. Eres el pez que descubre el agua.

Pensabas que tanta gente, tantos siglos de búsqueda tendrían un resultado brillante, complejo, enrevesado. Y no. Es tan tonto que era imposible que nadie lo pudiera ver.

El ser humano se distingue es este aspecto. Es conocida la anécdota del estudio que hicieron a los empelados de una empresa para ver su nivel de atención a los que se les pidió que anotaran todos los objetos desde la puerta de la empresa hasta su casa.

Ninguno incluyó el magnífico árbol que estaba a la puerta de la empresa. Ninguno, eso sí, relacionaron hasta la última colilla arrojada a la acera.

Es verdaderamente un problema para el humano no ver el aire como para el pez concebir la existencia del agua.

Igual que Descartes con su “ego cogito, ergo sum”, voy a empezar con algo que resulta evidente: las condiciones existen y están presentes en todo.

A cualquier parte que nos dirijamos nuestra vista veremos que lo que vemos está ahí, existe, aparece, lo podemos ver… por todo un conjunto de condiciones que han convertido el hecho de ver, un fenómeno, en real, es decir, en posible.

Porque lo real es posible.

De igual forma podemos repasar el resto de los sentidos. Percibimos fenómenos porque han llegado a existir, han llegado a ser posibles y ha sido gracias a condiciones.

Pero, a su vez, ¿qué es un fenómeno?, o sea, lo que se percibe, lo que se piensa, lo que se experimenta.

¿Es algo?

Es otra condición. Haber visto una loseta en el suelo es condición de que la pisemos, o que la removamos, o que la ignoremos…

Los fenómenos son también condiciones.

O sea, no hay fenómenos condicionados estrictamente, hay condiciones condicionadas por otras condiciones.

Aquí solo hay condiciones. Nada más, y nada menos.

Me viene rápidamente a la cabeza los grafos PERT que sirven para organizar proyectos, en ellos solo se expresan mediante flechas, procesos que llevan a otros procesos, nunca “estados”. Y de ahí, pasamos a los grafos ROY que ignoran los procesos y se fijan en los estados que se van alcanzando en del proyecto.

Ahora, son ambos equivalentes, y esto es así porque tanto los estados como los procesos son condiciones. Si no se dan, el proyecto no avanza. Y el trabajo de los administradores de proyectos es condicionar de forma suficiente para que el conjunto de condiciones en lo que se representa el proyecto llegue a buen término con la conclusión del mismo.

Bien, ahora vamos a ver que todo lo que se da, aparte de ser una condición, es producto de condiciones.

Nada mejor que recurrir al método del árbol de causas, que es el sistema lógico mediante el cual se lleva a cabo la investigación de accidentes. Y se emplea exclusivamente la lógica y la observación.

Dado un accidente, este se produce por una serie de causas inmediatas y evidentes. Por ejemplo, tenemos a un trabajador muerto sobre el piso. Desde luego ha llegado ahí de alguna manera, y es un trabajador que no debía estar muerto, y vemos que ha muerto de una caída. Y si está muerto, es porque no estaba protegido a pesar de la caída. Qué hacía ahí, es una causa, pero también es una consecuencia. Pertenecía a la plantilla, llegó justo antes del accidente, estaba arriba. Porque para caerse hay que estar arriba, tiene que haber llegado y tiene que estar ahí por razones organizativas. Pertenecía a la plantilla porque se le contrató, porque se le mantenía en ella. Se le contrató por alguien, se le sometió a un proceso selectivo, superó ese proceso. El proceso selectivo fue diseñado por alguien, y alguien lo ejecutó y alguien lo revisó…

Cualquier efecto tiene causas y esas causas son a su vez efectos de otras causas. Así ad infinitum.

Causas y efectos son condiciones.

Las condiciones solo condicionan a condiciones.

Una condición puede ser o no causa de otra. Si recordamos hay solo 8 posibilidades de relacionar todas las condiciones en causas y efectos. Recordamos,

  • Condición necesaria
  • Condición suficiente
  • Condición no necesaria
  • Condición no suficiente
  • Condición necesaria pero no suficiente
  • Condición no necesaria pero suficiente
  • Condición necesaria y suficiente
  • Condición no necesaria y no suficiente.

Todo efecto se relaciona con causas mediante una de estas 8 posibilidades. No hay más.

Técnicamente, toda condición es información ¿qué si no?

Al ser información, como vimos, es energía y es lo que mueve la realidad.

Repito: las condiciones son energía.

La energía es una magnitud física, por tanto, tiene su campo. Un campo representa la distribución espacio-temporal de una magnitud física; es decir, es una propiedad que puede medirse en el entorno de cada punto de una región del espacio para cada instante del tiempo.

La realidad corre en el campo de la ignorancia.

La ignorancia es lo que sostiene a la información y, por ende, a las condiciones.

Y podemos representar este campo como un campo de orden. Esto significa que para cada punto existe un nivel de orden determinado. Así a mayor orden menor ignorancia, y viceversa, a menor orden, mayor ignorancia.

Llamaremos Samsara a este sistema: un campo de ignorancia movido por las condiciones, que son energía. Esa energía se concentra en condiciones ordenadas, y se libera en condiciones desordenadas.

Al ser el Samsara un sistema cerrado, el desorden tiende a aumentar, de forma que la entropía es una condición subyacente al todo el sistema global.

Desde este punto de vista podemos definir la vida como un incremento no lineal del orden en una región limitada dentro del campo de la ignorancia que requiere aportes de energía de su entorno que contribuye a degradar, y la muerte el proceso que libera esa energía. Podemos cambiar la palabra energía por su equivalente en este caso que son condiciones. Quedaría así: Podemos definir la vida como un incremento no lineal del orden en una región limitada dentro del campo de la ignorancia que requiere aportes de condiciones de su entorno que contribuye a degradar, y la muerte el proceso que libera esas condiciones.

Al final, el balance no es estático, sino que tiende a la liberación de las condiciones.

Esto tiene una importancia fundamental, porque la historia del Samsara siempre ha ido de estados de muy escasa condicionalidad a estados de máxima condicionalidad y asi ha ido evolucionando. En términos “buddhistas” los estados de menor condicionalidad son los reinos de los devas y los de máxima condicionalidad son los diferentes infiernos. Por tanto, a la larga, todo acabará en el infierno más bajo, o sea, al mínimo nivel de orden.

La vida evoluciona mediante la construcción de orden a partir de desordenar el entorno succionándole energía (información). Para ello, la vida necesita interactuar con el medio y para eso debe experimentar el medio. Esa experimentación se basa en sensores que entregan información en diferentes tipos que debe procesarse. Esa información siempre consta de un sistema básico de interrupción al que llamaremos reacción emocional. Es un sistema muy simple, presente siempre que entrega tres valores: agradable, desagradable y neutro. Esto sucede desde la más simple y primitiva ameba hasta el ser humano en forma de cerebro reptil o sistema límbico.

Lo agradable provoca estatismo, lo desagradable provoca cambio y lo neutro no provoca reacción. Por ejemplo, en el caso de una ameba, si la ponemos en un lugar y la sometemos a calor, mientras le resulte agradable seguirá quieta. Si aumenta demasiado la temperatura, la sensación pasa a desagradable y la ameba se moverá hasta que encuentre un lugar frío. Cuando lo encuentre se quedará allí hasta que se enfríe en exceso por lo que volverá a moverse hacia una fuente de calor.

Para ello, la ameba debe tener valores previos de qué es agradable, desagradable y nada de eso. Al comparar, dispara la reacción. Esas reacciones provocarán cambios en el ambiente que, aunque sea solo por proximidad, la afectarán en el futuro.

Es decir, a ameba es un procesador de condiciones siendo ella misma un conjunto de condiciones.

El apego es reaccionar a favor de la sensación agradable, para ello se necesitan dos elementos, disponer de una tabla de valores agradables y la sensación recibida que se califica de agradable. La sensación agradable tiende al estatismo. La aversión es lo mismo, pero en signo opuesto. La sensación desagradable necesita lo mismo que lo anterior, salvo que los valores se califican de desagradables. La reacción es de cambio, de rechazo, de forma que se pone en marcha hasta que esa sensación desaparezca, si es que se puede.

Como las condiciones cambian, la tasa de cambio en el entorno determina la velocidad en la que se puede pasar de agradable a desagradable y viceversa. En entornos ordenados, con baja ignorancia, los cambios son mínimos y con poco esfuerzo se llega de nuevo a una situación placentera. Los entornos más ordenados son los mundos de los devas. Sin embargo, los entornos de alta ignorancia los cambios son muy frecuentes, de forma que el sistema está continuamente en cambio. Los entornos más desordenados son los infiernos.

Es evidente que estar en una situación agradable y pasar a una desagradable, provoca una reacción dolorosa que se llama sufrimiento. Al existir movimiento, existe el cambio, por lo que existe el sufrimiento. Menor en los reinos de los devas, medio en el reino humano, mayor en los infiernos.

Es decir, el Samsara, al ser cambio constante es sufrimiento constante.

Se puede dejar de sufrir de dos modos, o bien, se borran los valores previos y asi nada es agradable ni desagradable, o bien, se trata de condicionar al sistema para que no reaccione al medio al experimentar sufrimiento. Si el sistema se abstiene de condicionar al medio, el medio deja de ser hostil al sistema.

De igual manera los conceptos también son condiciones creados por condiciones y que condicionan su entorno. Aunque sean de naturaleza diferente a las condiciones físicas, condicionan el mundo físico a través necesariamente de una conciencia que procese esas condiciones, mientras que las condiciones físicas no necesitan de conciencia alguna para funcionar.

Resumiendo, el mundo físico está constituido por bosones y fermiones que, como vimos, no son más que clases que mantienen métodos que son condiciones. Los objetos de esas clases son las partículas que además están condicionadas por un espacio y un tiempo. Tanto el espacio y el tiempo como las partículas residen en un vacío que las soporta y que también es otra condición. El espacio está condicionado por el tiempo ya que el propio vacío que lo contiene se expande, y el tiempo es solo concepto propio de cada partícula, por lo que es solo una condición útil.

En resumen, queda en evidencia de que en el Samsara solo hay condiciones, por lo que nada es sustancial. Una condición no es sustancial. Todo es impermanente, lo que también es evidente, las condiciones son entes dinámicos sujetos a cambio constante, y son sufrimiento por ese mismo cambio.

Nibbāna es el fenómeno no condicionado. Está fuera del campo de la ignorancia. Por tanto, no es una condición ni contiene ninguna condición. Por tanto, no busques ni espacio ni tiempo en Nibbāna. Precisamente por eso no hay multiplicidad, es único: si hubiera más de uno estaría en “otro sitio” o “en otro momento” y eso no existe.

Como vimos en capítulos anteriores, Nibbāna puede condicionar tantos Samsaras como se requiera, pero nunca al revés. Y Nibbāna no puede condicionarse a sí mismo. Es por esto que es insustancial, aunque sea permanente y satisfactorio.

Esta perspectiva de la realidad, la condicional, no requiere del punto de vista fenomenológico y se llega exactamente al mismo sitio.

Fenomenología y condicionalidad nos pueden describir la realidad tal como es: insustancial, impermanente e insatisfactoria.

Es tan simple como una condición, que es una condición.

Solo eso.

Todo son condiciones en el Samsara.

Así que cuando alguien pregunta ¿qué es el kamma?, solo puedo responder … ¿y qué no?

 

 

 

 

 

 

 

Hay una variable dependiente de la condicionalidad que lo llamaremos sufrimiento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un comentario Añadir valoración

  1. Jorge Russo dice:

    Muy parecido a las observaciones del titán Nagarjuna, lo mas dificil de apreciar, consintiendo plenamente que el mundo fenoménico es pura condicionalidad es la concepción de Nibbana como fenómeno, ya que si lo fuera, forzosamente entraría en la característica estructural del mundo manifiesto o fenoménico, es decir en la condicionalidad aun siendo insustancial, pero siendo insustancial, como puede ser permanente?
    Entiendo que las palabras tienen sus límites, pero si , muy buena entrada.
    Saludos!

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