Ego

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A estas alturas resulta fundamental dejar claros conceptos como el del “ego” para entender realmente qué es y evitar confusiones derivadas de mezclar conceptos muchas veces muy poco claros.
Desde una perspectiva técnica llamaremos “ego” al memeplex de mayor nivel dentro del ecosistema memético que porta un individuo determinado. Ego se define como el memeplex o sindicato de memes que se involucran con el concepto de posesión, o, dicho de otro modo, con las partículas “yo”, “me”, “mío”.
Así, no es lo mismo ‘un coche’ que ‘mi coche’, ‘un equipo [de fútbol]’ que ‘mi equipo’, ‘una idea’ que ‘mi idea’ o ‘un dinero’ que ‘mi dinero’.
Los memes son paquetes de información con capacidad replicativa, que constituyen la base de la cultura. Nacen, crecen, se replican y mueren como cualquier ser vivo y su evolución es totalmente darwiniana, de forma que su éxito reside en su capacidad replicativa, no en su utilidad ni beneficio.
Los memes necesitan de la atención del huésped para hacerse notar y lograr que ser comunicado a otros individuos. Para ello se agrupan en sindicatos de intereses comunes, llamados “memeplexes”, o memes complejos.
Un memeplex es la religión, que agrupa todos los memes que comparten este tema, de forma que cuando un meme ocupa tiempo de proceso en la atención del huésped, tira de otros memes asociados a él en forma de cadena. Así se recaban y salen de la oscuridad de la memoria y aparecen en la consciencia del individuo consiguiendo refrescarse y no olvidarse y tratar de usar la capacidad transmisora del huésped hacia otros posibles huéspedes para lograr replicarse.
Los memes funcionan como los virus.
Y su éxito depende de su popularidad, de su capacidad de contagio.
Los memes tienen la capacidad de ser comunicados, ese es su principal valor. El problema es que velan por sus propios intereses.
El memeplex “ego” o “yo” tiene la asombrosa capacidad de lograr que el huésped se identifique con él: “soy José Manuel Martínez Candela”, “soy de Cáceres”, “soy ingeniero de telecomunicaciones”, “soy profesor de universidad”, “mis hijas son…”, “mi coche es”.
Un individuo no puede ser un meme: no puede replicarse en la mente de la gente, ni en libros, ni en cualquier soporte informativo. Y que el individuo se identifique con un meme complejo es el resultado del grado de infección que sufre por parte de su parásito.
La mente de una persona corriente está permanentemente siendo invadida por estos parásitos. Uno tras otro. Sale uno, se le presta atención e inmediatamente él llama a sus amigos que desfilan en cadena en el foco de atención de la víctima.
Si quieres saber cuánto de infectado estás, simplemente relájate y cierra los ojos. Ahora trata de no pensar en nada. Al cabo de unos segundos empezaran a desfilar todos tus parásitos, encadenados, de forma totalmente involuntaria precisamente porque tu mente no te perteneces, pertenece a estos parásitos que en multitud de ocasiones determinan tu comportamiento.
Si tú eres tu mente, y tu mente está infectada y tu mente no la dominas, estás completamente alienado. No eres más que un pelele en manos de estos parásitos con vida propia y de aquellos que los dominan.
Sin embargo, es el ego nuestra propia imagen, es la imagen que damos al exterior y es necesario porque las experiencias solo pueden ser transmitidas mediante la conceptualización y todo concepto tiene una qualia compuesta de todos los contenidos reconocibles de parte del emisor y un meme que es un concepto transmisible, como una palabra o conjunto de ellas, un sonido, una imagen, un gesto, etc. que ha debido ser conocido previamente por el receptor de forma que al recibirlo lo asigne correctamente a una qualia semejante a la del emisor. Esto se logra mediante el aprendizaje, mediante la imitación: a esta qualia le corresponde esta palabra. Sin eso, la comunicación es difícil, imposible o incomprensible.
La propia imagen se compone de todos los memes relacionados con uno mismo, o sea, sus posesiones. A más y mejores posesiones, mayor resulta la imagen.
Esto surge a consecuencia de la vida en comunidad. Para diferenciarnos de otros se emplea el “yo”. Y el otro es “tú” o es “él”. Las cosas que controlo son “mis” cosas, en contraposición de “tus” o “sus” cosas. Una persona sola, absolutamente sola no tiene posesiones porque no las necesita.  Quien posee el mundo, no necesita nada. Quien no necesita nada, posee el mundo. Pero como no es el caso, se introduce el ego para dividir el mundo en parcelas. Como decía John Lennon ‘la posesión es 9/10 del problema”.
En un capítulo anterior ya abordamos como nace el “yo” como aquel que nos ayuda cuando nos quedamos solos. Ese al que ordenamos que haga cosas y las hace. Y cuanta más capacidad de hacer cosas, cuantas más cosas controle y posea, más grande es ese ego.
Pero no nos quedamos en el origen. Las personas corrientes viven en imbuidos y la mentira de un mundo conceptual que nada tiene que ver con la realidad. Como tratar solo con conceptos es muy económico y no requiere pensar mucho, la gente lo hace, lo que conlleva a la perdida de masa encefálica que sufre la especie humana.
El tonto se identifica con el ego. Porque todo su mundo son muñequitos conceptuales, y el muñequito que le representa a él es él para todos sus efectos.
El sabio, en cambio, sabe que eso no existe, que no es verdad, pero se encuentra incapacitado para hacerse entender con la gente de los muñequitos. Por eso, emplea ‘yo’ o ‘soy” o “mío” únicamente con utilidad práctica de comunicación como nos sugiere este sutta:
 
Saṃyutta Nikāya 1
Discursos Conectados con Devatas
25. El Arahant

 
«Si un bhikkhu es un arahant,
Consumado, con manchas destruidas,
Uno que lleva su cuerpo final,
¿Diría aún, ‘Yo hablo’?
¿Y diría él, «me hablan?»
«Si un bhikkhu es un arahant,
Consumado, con manchas destruidas,
Uno que lleva su cuerpo final,
Él todavía puede decir: ‘Hablo’,
y podría decir: ‘Me hablan’.
Hábil, conociendo el lenguaje del mundo,
usa términos como meras expresiones «.
«Cuando un bhikkhu es un arahant,
consumado, con manchas destruidas,
uno que lleva su cuerpo final,
es porque ha llegado a la presunción de
que diría, ‘yo hablo’,
que diría: ‘Me hablan ‘? »
«No existen nudos para uno con engreimiento abandonado;
Para él, todos los nudos de vanidad se consumen.
Aunque el sabio ha trascendido lo concebido,
Él todavía podría decir: «Yo hablo».
También podría decir: «Me hablan».
Hábil, conociendo el lenguaje del mundo,
usa términos como meras expresiones «.
No hay engreimiento es el uso convencional del lenguaje, porque para el sabio, el arahant, el ‘yo’ no es más que un instrumento de comunicación y no es un sujeto, un agente de la posesión.
Existe otro pasaje, en este caso muy misterioso, en el propio Bodhirajakumara Sutta, MN 85, El Príncipe Bodhi. En él cuando el príncipe invita al Buddha a comer, tanto a él, como a sus seguidores, se da una anécdota que resulta un tanto misteriosa.
El texto, en la mayoría de las traducciones dice así:
 
Majjhima Nikaya 85
Bodhirajakumara Sutta
El príncipe Bodhi

 
Esto he escuchado: En una ocasión el Bienaventurado estaba morando en la arboleda de Sumsumaragira del parque de los venados, en el país de los bhaggas de nombre Sutinsumaragira.
Fue entonces cuando se construyó recientemente un palacio del príncipe Bodhi, llamado Kokanada, que aún se encontraba inhabitado por asceta, brahmán o ser humano alguno.
Entonces, el Príncipe Bodhi se dirigió al estudiante de brahmán Sanjikaputta así: “Ven, querido Sanjikaputta, ve junto al Bienaventurado y ríndele homenaje en mi nombre con tu cabeza inclinada a sus pies y pregúntale si está libre de enfermedad y aflicción, si se encuentra saludable y confortable, diciéndole esto: ‘Venerable Señor, el príncipe Bodhi le rinde homenaje con su cabeza inclinada a sus pies y le pregunta si está libre de enfermedad y aflicción, si se encuentra saludable y confortable’. Acto seguido, dile esto: ‘Venerable Señor, que el Bienaventurado, junto con el Sangha de los monjes, consienta en aceptar mañana una comida del príncipe Bodhi’”.
“Si señor”, respondió Sanjikaputta y fue junto al Bienaventurado e intercambio cordiales saludos con él. Cuando concluyeron sus corteses y amables charlas y palabras de bienvenida, se sentó a un lado y dijo: “Maestro Gotama, el Príncipe Bodhi rinde homenaje con su cabeza inclinada a los pies del maestro Gotama y le pregunta si está libre de enfermedad y aflicción, si se encuentra saludable y confortable. Y también me dijo: ‘Que el Bienaventurado, junto con el Sangha de los monjes, consienta en aceptar mañana una comida del príncipe Bodhi’”.
Y el Bienaventurado aceptó en silencio. Entonces, sabiendo que el Bienaventurado había aceptado, Sanjikaputta se levantó de su asiento, se fue junto al Príncipe Bodhi y le contó lo que había ocurrido, añadiendo: “El asceta Gotama ha aceptado”.
Entonces, acabada la noche, el príncipe Bodhi exhibió varias clases de buena comida preparada en su propia residencia, además adornó el Palacio Kokanada con una tela blanca poniéndola como alfombra que cubría hasta el último escalón de la escalera. Acto seguido, el príncipe Bodhi se dirigió al estudiante de brahmán Sanjikaputta así: “Ven, querido Sanjikaputta, ve junto al Bienaventurado e infórmale que ya es tiempo, de esta manera: ‘Ya es tiempo, Venerable Señor, la comida está lista’”.
“Si señor”, respondió Sanjikaputta y fue junto al Bienaventurado a anunciarle que era tiempo de esta manera: “Ya es tiempo, Venerable Señor, la comida está lista”.
Entonces, de mañana temprano, el Bienaventurado se vistió, tomó su cuenco y hábito exterior, y se fue a la residencia del príncipe Bodhi.
En esa ocasión el príncipe Bodhi se encontraba esperando al Bienaventurado en el atrio exterior. Cuando vio al Bienaventurado desde cierta distancia acercarse, salió a recibirle y rendirle homenaje; acto seguido, permitiendo a que el Bienaventurado le precediera, se dirigieron al palacio Kokanada. Sin embargo, el Bienaventurado se detuvo en el primer peldaño de la escalera. Entonces, el príncipe Bodhi le dijo: “Venerable Señor, que el Bienaventurado pise la tela, que el Sublime pise la tela, esto conducirá a mi bienestar y felicidad por mucho tiempo”. Pero cuando se dijo esto, el Bienaventurado permaneció en silencio.
Y por segunda vez… por tercera vez el Príncipe Bodhi le dijo: “Venerable Señor, que el Bienaventurado pise la tela, que el Sublime pise la tela, esto conducirá a mi bienestar y felicidad por mucho tiempo”.
Entonces, el Bienaventurado miró al Venerable Ananda y el Venerable Ananda dijo al Príncipe Bodhi: “Príncipe, la tela debe ser retirada. El Bienaventurado no pisará una tira de tela; el Tathagata tiene compasión de las futuras generaciones”.
 
Esto de las “el Tathagata tiene compasión de las futuras generaciones” aparece en las traducciones de muchos idiomas, pero es un sinsentido. En Pāli lo que dice textualmente es: Pacchimaṃ janataṃ tathāgato anukampatī, que significa literalmente:
“el Tathagata tiene consideración para con la gente que le sigue
Y esto es así. El Buddha no puede pisar una tela blanca que le colocan solo para que él la pise. Hacerlo sería un acto absurdo de arrogancia. El Buddha es quien es, pero no es nadie. Nadie para pisar una tela blanca, limpia, y menos, ante la multitud que lo sigue.
El ego se expande cuando los demás se humillan ante uno, o es enaltecido delante de los demás. Ahí no encontraréis jamás a un arahant plenamente iluminado.
 
 
 
 

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